El batacazo de las empresas inmobiliarias, después de varios años vendiendo pisos a precios desorbitados, ha arrastrado a las fallas más vinculadas a ese sector. El caso más representativo es Nou Campanar, cuyos monumentos cuentan con una importante “ayudita” económica de su presidente, el promotor Armiñana, el cual no podrá estirarse tanto el año que viene. En efecto, el año pasado su empresa ingresó un 40% menos que en el período anterior, lo que le llevó a reducir el tamaño de los pisos y de las fallas: por un lado, venderá pisos de 40 metros cuadrados para hacer más asequible la vivienda (a costa de hacer la casa de Pin y Pon, claro), y por otro rescindió el contrato con Pedro Santaeulalia para que le construyera en 2010 un tocho de falla de 1,2 millones de euros, dado que no tiene claro que la pueda financiar. Asimismo, también ha bajado de presupuesto e incluso de sección la falla infantil de Nou Campanar, que en 2009 la encontraremos en primera A. La falla grande del próximo año, obra de Julio Monterrubio, se mantiene según el presupuesto acordado, un millón de euros, monumento que por cierto ha ampliado el tradicional ciclo de fabricación de las fallas de un año a dos.