Con torres, sin torres, por delante, por detrás, con burro, sin burro… El Pregón de las Fallas de València, cuyo nombre actual es la Crida, ha dado muchas vueltas (incluyendo a las Torres de Serranos). El anuncio de que empieza la fiesta fallera y la invitación a disfrutar de ella, tanto para falleros y falleras como para visitantes, se empezó a realizar basándose en un típico pregón de fiestas rurales, teniendo una época en que variaba cada año (años 1940), convirtiéndose en los cincuenta en el acto multitudinario de hoy en día.
Al principio no tenía ni nombre propio, y se conocía sencillamente como “Pregón”. Fue el 15 de marzo de 1931 cuando se realizó el primero, enmarcado dentro del primer programa oficial de fiestas que tuvieron las Fallas. El acto consistió en que las bandas de música de las comisiones falleras se situaron rodeando València, y tras dispararse varias carcasas desde el centro de la misma, un pregonero al frente de cada banda recitará un discurso, para después dirigirse todos los músicos a la plaza de Emilio Castelar (actual plaza del Ayuntamiento) por diferentes caminos. Una vez en el ayuntamiento todas, se izaron las banderas de València y de España con el Himno de València de fondo.
Un pregón similar se realizó en 1932, aunque se simplificó a cuatro comitivas que entrarían a la ciudad desde cuatro lugares (Pinedo-Russafa, Poblados Marítimos, Quart y Horta Nord) para encontrarse en la plaza de Emilio Castelar. Allí realizaron un desfile conjuntamente y se terminó con una gran traca.
No fue hasta diez años después, una vez pasada la Guerra Civil Española, cuando vuelve a realizarse, empezando un período caracterizado por la exaltación de la autoridad y el aumento de la ostentosidad con el paso de los años. A mediodía del 13 de marzo de 1942, el pregonero, desde el edificio del ayuntamiento, anuncia los principales actos de la semana fallera, y lo hace en castellano salvo alguna expresión en tono jocoso que la dice en valenciano. En 1943 se repite el acto teniendo en el balcón del ayuntamiento a la fallera mayor de València, Elvira Gómez Trénor, el alcalde Joaquín Manglano (barón de Llaurí y de Cárcer) y el presidente de la Junta Central Fallera Luis Martí, pero siendo el pregonero el actor cómico Julio Espí, muy conocido en la época por su trayectoria teatral pero también por protagonizar la película El fava de Ramonet.
En 1944, el pregón fue más original: el pregonero, que volvió a ser Julio Espí, recorría las calles montado en burro y recitando [se ha respetado la ortografía original]:
Se fa saber a la chent de Valencia y forastera que de orde del president comensa en este moment la gran Semana Fallera.
En 1946 hubo más novedades. El pregón, que empezó a las 16 horas del 11 de marzo, se hizo más elegante porque el pregonero ya no era como en los pueblos, sino un caballero de gola y ropilla que además monta a caballo, no en burro. Además, el parlamento ya no fue en verso, sino en prosa y en castellano. También habló el alcalde desde el balcón del Ayuntamiento.
Pero se ve que alguien pensó que se quedaron cortos de ostentosidad, ya que en 1947, en el Pregón desfiló la Senyera, los gremios, coches con falleras y los 127 legionarios músicos, para finalizar con discursos de Clemente Cerdá y Antonio Aparisi, vicepresidente y presidente de Junta Central Fallera respectivamente. Sin embargo se recupera el pregonero tradicional, que en esta ocasión fue el actor Manolo Haro, quien recitó su invitación a las fallas en diversas esquinas de València (aunque sin caballo ni burro).
En 1948 el acto tuvo presencia musical. El presidente de Junta Central Fallera, Adolfo Cámara; la fallera mayor de València, de ilustre y largo nombre María Julia Martínez-Vallejo Manglano; y el alcalde, José Manglano, hablan desde los balcones del Ayuntamiento, cerrando el acto la banda de música de la Academia General Militar.
Al año siguiente, 1949, fue similar aunque añadiendo la radio. El 11 de marzo, el alcalde, la fallera mayor de València, el presidente y el vicepresidente de Junta Central Fallera realizan sus discursos de invitación a las Fallas por Radio Valencia, y al día siguiente los repiten desde el balcón del Ayuntamiento tras un desfile de la banda de la Academia General Militar de Zaragoza.
En 1951, el acto empezó a llamarse Cridà o Crida. Consistió en una cabalgata (igual que el año anterior) que recorría las calles a la vez que el texto de la invitación a las Fallas se entregaba al público en forma de prospecto. Así se ahorraron el discurso desde el balcón municipal.
Y como echando de menos la pompa y boato, en 1952 el acto se vuelve de nuevo solemne, pero muy solemne: de tanta ostentosidad, parecía un cortejo nupcial real. Hubo un desfile de numerosos coches, con la Senyera acompañada de caballeros del Centenar de la Ploma, y el alcalde y las falleras mayores de València en una carroza de época auténtica. Una auténtica Cabalgata de la Crida que, según decían en la época, fue idea del aristocrático padre de la fallera mayor de València de entonces María Rosario Violante Ferrandis-Luna y Álvarez de Toledo. También hubo ostentosidad en 1953, aunque no tanta: el desfile tuvo pajes y caballeros, se recitaron retazos de la historia del Reino de València y se escenificaron las primeras estrofas del Himno Regional.
Llegado 1954, la Crida sufrió un cambio importante al pasar a celebrarse en las Torres de Serranos, con la idea de convertirla en un acto multitudinario y espectacular que llamara la atención del creciente turismo de las Fallas, haciéndola más popular y quitándole el tono aristocrático que tenía hasta entonces. El estreno en la nueva ubicación cuidó especialmente la escenografía: miembros de Junta Central Fallera iban vestidos al estilo del antiguo Consell de la Ciutat, y hubo alarbaderos, bengalas y antorchas de decoración. El presidente de Junta Central Fallera de entonces, Clemente Cerdá, junto con la fallera mayor de València, María Miguela Carpi, efectuaron su pregón desde la parte de atrás de las torres, hacia la plaza dels Furs, y después todos los protagonistas fueron en comitiva al Ayuntamiento.
Pero los desfiles no habían terminado del todo, porque el 11 de marzo de 1955, el acto empieza con uno donde hay más de 150 comparsas disfrazadas representando los poderes civiles y militares. Van desde el puente de la Trinidad hasta las Torres de Serranos, donde suenan los clarines y se dispara una carcasa por cada día de la semana fallera. Tras el discurso de la Crida, continúan hasta el Ayuntamiento donde les espera el alcalde.
A partir de aquí, la fórmula del acto variaba menos cada año que en la década anterior. Ahora bien, surgieron novedades destacables como que en 1957, el alcalde entregó por primera vez las llaves de la ciudad a la fallera mayor de València, Sagrario Fernández de Córdoba Planells, costumbre que continúa hoy en día.
En los años siguientes cada vez era mayor la insistencia para que el discurso de la Crida se expresara en valenciano, a lo que las autoridades de Junta Central Fallera se negaban. En este sentido, en la Crida de 1968, el presidente de dicha institución, Juan Martí Belda, recibió tantos pitidos y abucheos que tuvo que interrumpir sus palabras, tras lo cual se oyó por los altavoces que decía: “¡Cuando hablan las personas callan los borregos!”. Los falleros y falleras, cabreados, intentaron incluso asaltar las Torres de Serranos en su busca y tuvo que intervenir la policía municipal. Misteriosamente, la grabación de ese discurso desapareció sin dejar rastro…
En vista del escándalo, en 1969 el alcalde prohíbe que hable Martí Belda en la Crida y lo sustituye en la misma. Y para más precaución, su discurso (en valenciano, por fin) y el de la fallera mayor de València (en valenciano, castellano, francés e inglés) estaban grabados, por lo que durante acto hicieron playback sin que el público lo notara demasiado. Funcionó tan bien el sistema (alcalde, fallera mayor y playback) que se siguió usando unos años más.
Dentro de esta nueva etapa de la Crida donde ya hay cierto aperturismo al sentir de los falleros y falleras, se introduce en el acto un peso pesado del poder vigente cuando en 1974, por primera vez, habla un delegado del Gobierno (por entonces Enrique Oltra Moltó) desde las Torres de Serranos. Y no sería la última vez que pasara.
Pocos años más tarde, el 5 de marzo de 1978, la Transición Española tuvo su reflejo en la Crida cuando grupos nacionalistas de izquierdas corearon sus consignas en pleno acto, teniendo que salir corriendo perseguidos por los “grises” (la policía nacional de la época). A partir de esta época se fue generalizando más la denominación sin acento gráfico, “Crida” y no “Cridà”, porque es más correcto ortográficamente de la primera manera (la segunda tiene una terminación coloquial, siendo en realidad una contracción de “Cridada”).
Ya en la democracia, sucedió un hecho que produjo otro cambio significativo en el acto. En 1989, una vez terminado el discurso de la fallera mayor de València, Covadonga Balaguer, varios elementos de la pirotecnia que finalizaba el acto cayeron al público por estar defectuosos. No hubo heridos, tan solo contusiones, pero tal fue el susto general que se decidió que al año siguiente, 1990, la Crida se realizaría al otro lado de las Torres de Serranos, es decir, de cara al cauce del río, que hay más espacio y vías de evacuación que detrás del monumento. Así pues, fue Pepa Oliver la primera fallera mayor de València que proclamó la Crida desde ahí. La plaza donde ahora se reúne el público está tan identificada con el acto que oficialmente se llama “plaza de la Crida” desde 2012.
Años más tarde, otra Crida sería recordada por un surrealista discurso. En 2015, la alcaldesa Rita Barberá se le trabó la lengua intentando hablar en valenciano y dijo continuas barbaridades lingüísticas, entre ellas el famoso “caloret”. Se llegaron a sacar productos y canciones en base a esta anécdota.
Otro hito en la Crida fue que en 2016 habló en ella por primera vez la fallera mayor infantil de València. Sofía Soler fue la niña que tuvo ese honor, quien participó junto al alcalde de la ciudad, Joan Ribó, y la fallera mayor de València, Alicia Moreno, con su propio discurso.
PARA SABER MÁS:
PÉREZ PUCHE, F. Y LLADRÓ, V. (1978): Fallas en su tinta: 1939-1975. València, Prometeo.
HERNÁNDEZ I MARTÍ, GIL-MANUEL (1996): Falles i franquisme a València. València, Afers.
VV.AA. (1990): Historia de las Fallas. València, Levante-EMV.
DOMÍNGUEZ, MOISÉS (2019): “El año que se incendió la Crida“, web Levante-EMV, 24/02/2019 (consulta: 2 de marzo de 2021).
LLADRÓ, VICENTE (2013): “Cuando la Cridà empezó a ser Crida“, web Las Provincias, 28/02/2013 (consulta: 3 de marzo de 2021).
BOTELLA, SANTIAGO (2016): “La ‘Crida’ de las Fallas 2016“, web Cadena Ser, 28/02/2016 (consulta: 3 de marzo de 2021).
“El ‘caloret’ de Rita Barberá“, web El Mundo, 23/02/2015 (consulta: 3 de marzo de 2021).
“La historia de la Crida: desde el primer pregón hasta llegar a la Crida actual“, web ValenciaBonita.es (consulta: 1 de marzo de 2021).