Quema del Judas en la Plaza Mayor durante el Domingo de Resurrección en Anguiano, La Rioja (Zarrio93, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons)
Quema del Judas en la Plaza Mayor durante el Domingo de Resurrección en Anguiano, La Rioja (Zarrio93, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons).

Desde hace mucho tiempo, a la Humanidad le gusta hacer hogueras, y en ocasiones para quemar algo, o incluso a alguien, en ellas. En toda Europa y en otros lugares del mundo existe desde tiempos inmemoriables un culto por el fuego que al principio tuvo sus motivos prácticos (todo lo práctico que se puede ser con rituales mágicos), y que con el tiempo pasaron a ser festejos y a veces hasta grandes fiestas.

Hoguera en la playa (foto de Mike Delima en Pexels.com)
Hoguera en la playa (foto de Mike Delima en Pexels.com).

El culto al fuego es tan antiguo que cuando empezó no existía ni el Homo Sapiens, ya que fue el Homo Neanderthalis a quien le empezó a fascinar en el Paleolítico Medio (entre 150.000 y 40.000 años a.C.) por ser un fenómeno sorprendente y desconocido para aquellos humanos primitivos. (Jousset, 2008). Era una preciada posesión, sobre todo cuando aún no se había descubierto la manera de producirlo, dada su utilidad para iluminar, dar, cocinar alimentos, manipular metales, comunicación a distancia, etc. Sin embargo, también era un elemento negativo por su poder de destrucción, aunque éste a su vez suponía algo positivo al permitir quemar lo innecesario o lo rechazable, para sustituirlo por algo nuevo y mejor. Por ello se convirtió en símbolo de protección y renovación, y también de socialización al reunir a las personas a su alrededor.

Los fuegos ancestrales eran simples hogueras, en las que muchas veces se quemaban figuras que simulaban personas… y otras se quemaban a las personas vivas directamente, o incluso animales. Uno de los principales motivos de encender hogueras era realizar rituales agrarios para pedir buenas cosechas futuras, por lo que se realizaban sobre todo para la siembra de otoño y la recolección de primavera o verano. Ahora bien, las sociedades celtas, fundamentalmente ganaderas, tenían otro ciclo que empezaba con la estabulación del ganado el 1 de noviembre (Halloween) y su vuelta al pastoreo el 1 de mayo (Beltane), fechas en que también había rituales ígneos para pedir que el ganado permaneciera sano. El Cristianismo intentó erradicar estas costumbres paganas desde el siglo VIII, y al no conseguirlo optó por absorberlas, dedicando las de inicio del otoño a San Antonio Abad (14 de enero), de la primavera a San José (19 de marzo), del verano a San Juan (24 de junio) y del invierno a la Navidad (25 de diciembre). Gracias a ello, muchas de esas costumbres han llegado a nuestros días.

En estos rituales agrarios, el motivo de quemar efigies era simbolizar el rechazo a un personaje indeseado que pudiera perjudicar a las cosechas. Aquí la peor parte se la llevaban las brujas, ya que se creía que con sus poderes podrían estropearlas, y por ello en Europa había y hay mucha costumbre de que el muñeco represente a estos personajes mágicos. Así sucedía al principio de la Cuaresma en las localidades belgas de Grand Halleux (que tiran al fuego un palo largo llamado makral o “la bruja”) y Morlanwelz, en las montañas Eifel (Prusia), Echternach (Luxemburgo), Lucerna (Suiza) o Voralberg (Austria). En Ardennes (Bélgica) eran más brutos y quemaban gatos vivos para evitar enfermedades en el ganado, ya que como en otros lugares, pensaban que las brujas se podían convertir en este animal para cometer sus fechorías.

Quema del Judas en la Plaza Mayor durante el Domingo de Resurrección en Anguiano, La Rioja (Zarrio93, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons)
Quema del Judas en la Plaza Mayor durante el Domingo de Resurrección en Anguiano, La Rioja (Zarrio93, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons).

No obstante, también se quemaban figuras de otros personajes como la muerte (en Spachendorf, República Checa) y el Martes de Carnaval (como en Düseldorf, Alemania), la Vieja (Val di Ledro, Italia), aunque en este caso no se quemaban porque fueran indeseables, sino como representación de los espíritus arbóreos que de esta manera aumentaban la fertilidad de campos, ganados y hasta humanos. Por otro lado, dentro de los fuegos pascuales que se celebran en Alemania central y occidental el día del Sábado de Gloria, en plena Semana Santa, se quemaba a Judas, y en la Alta Baviera, ese día ardía el “hombre de Pascua”. El Domingo de Resurrección es cuando aún se quema a un pelele representando a Judas en localidades españolas como Anguiano (La Rioja) o Talayuela (Cáceres).

Fiesta de Beltane en Edimburgo, 2019 (Nyri0, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons)
Fiesta de Beltane en Edimburgo, 2019 (Nyri0, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons).

Un caso más sádico era el de los fuegos de Beltane. Se trata de un ritual celta que se celebraba el 1 de mayo en las montañas centrales de Escocia, dedicado al dios Belenos, donde lo que se quemaban eran personas a modo de sacrificios. La tradición se mantuvo hasta el siglo XVIII, aunque con el tiempo en lugar de incinerar un elegido (que era quien tenía la “suerte” de que le tocara un trozo especial de un pastel o bollo; algo sí como el roscón de Reyes pero más cruel), se le apedreaba con cáscaras de huevos simbólicamente o simplemente tenía que saltar la hoguera. No obstante, hay intentos de recuperación de este festejo en lugares como Edimburgo (aunque sin quemar a gente, claro). Los fuegos de Beltane son una prueba de que en la antigüedad se sacrificaban personas vivas en la hoguera, costumbre que con el tiempo se sustituyó por la quema de muñecos que, según las creencias de entonces, era igual de efectiva con las brujas que incinerarlas en persona.

Pero cuando más se celebran rituales del fuego es en el solsticio de verano (24 de junio) o en su víspera. Quizás la razón de ello es que las personas querían ayudar al sol cuando empieza a menguar su presencia durante la jornada, al hacerse el día más corto. Estos festivales están presentes en toda Europa, y son el origen por ejemplo de las Hogueras de Alicante. En ellos a veces se queman figuras también, como en el valle de Inn o en Gratz, ambos lugares de Austria, en algunas zonas de Rusia o en la ciudad alicantina a finales del siglo XIX.

El significado de los rituales del fuego

Según Frazer (1981), hay dos teorías sobre el significado de los rituales con hogueras: la solar y la purificadora. A la solar la apoya el hecho de que es mucha casualidad que las fiestas ígneas más extendidas se celebren en los solsticios de verano e invierno, y que se puede considerar el fuego como imitación del sol, con lo cual es adecuado para aumentar la fertilidad en campos, animales y hasta personas. Pero las propias fiestas no consideran que este sea su origen.

La teoría más aceptada es que el fuego se considera un elemento purificador, ya que sirve para hacer desaparecer lo malo, lo indeseable. En este sentido, originariamente se utilizaban las hogueras para espantar o incluso quemar las brujas, ya sea en persona o una figura que las represente. Y es que en tiempos ancestrales, cuando la alimentación de las tribus europeas dependía sobre todo de la ganadería, se intentaban espantar o eliminar todos los seres (mágicos como las brujas, o más reales como los lobos o las hienas) con fuego que al principio era esporádico, es decir, se encendía solamente cuando lo veían necesario. Posteriormente, estos “fuegos de auxilio” se volvieron periódicos, convirtiéndose en festejos ígneos estacionales y evolucionando, en algunos casos, a festivales modernos.

El ritual fallero del fuego

Centrándonos en las Fallas de València, siempre se ha dicho que el fuego sirve como agente purificador que hace desaparecer lo malo, que en este caso es lo que se critica en la falla. Ese es el motivo y la razón de existencia de una falla, consumirse en el fuego, incluso en los casos en que más que crítica se hace apología de algo o alguien, que también las hay. Aunque hoy en día es una fiesta compleja a nivel de actividad y social, su base sigue siendo la misma que aquellos antiguos fuegos rituales de entrada de la primavera de los que seguramente ha evolucionado.


PARA SABER MÁS:

FRAZER, JAMES G. (1981): La rama dorada. Magia y religión. Madrid, Fondo de Cultura Económica. Versión en inglés on line.

Beltane, el festival del fuego“. Web Edinatours.com (última consulta: 2/11/2022).

LORENZO, ENCARNA (2019): “El ciclo de los fuegos. festividades en torno a la hoguera“. Web anthropotopia.blogspot.com (última consulta: 7/12/2022).

JOUSSET, MÓNICA, MACCHI, JULIO (2008): Los primeros hombres: de las cavernas a los imperios agrarios. Buenos Aires, Longseller.

VV.AA. (1990): Historia de las Fallas. València, Levante-EMV.