Un gran artista fallero, Alfredo Ruiz, decidió retirarse del oficio de hacer fallas en abril de 2002 después de que la comisión donde había trabajado siete años seguidos, la Falla Quart-Palomar, no le encargara nada para las Fallas 2003. El motivo de abandonar su actividad fue, según sus declaraciones al diario Levante-EMV, la incomprensión que había en el mundo fallero de su arte innovador, que se alejaba cada vez más de lo que es una “falla de toda la vida”. Este artista se dio de baja en el Gremio de Artistas Falleros de València y vendió su nave, harto de duras críticas y de ser infravalorado por una sociedad fallera a la que no le gusta abandonar la estética barroca en las fallas.
Nacido en 1944, deja los estudios a los trece años para iniciarse como artista fallero. Trabaja en diversos talleres entre 1958 y 1969, donde aprende el oficio gracias a artistas como Blas Soler Rodríguez, Antonio Ferrer Jorge, Alberto Muñoz Orts y Manuel Giménez Monfort, además de que fue uno de sus grandes maestros, Juan Huerta y Gasset, quien le enseña técnicas de modelado. Con ellos aprende a trabajar grandes volúmenes, participando en fallas como Exposición y Pelayo-Matemático Marzal en 1958, y Convento Jerusalén-Matemático Marzal entre 1963 y 1969.
En 1970 abre taller propio, siendo su primera falla grande en solitario la de Trinidad-Alboraya de ese año, cuyo lema fue Salvajadas. No pudo empezar mejor su andadura en solitario, ya que esta falla, que fue la que evaluaba su ingreso al Gremio de Artistas Falleros de València, se llevó el primer premio de la sección 1ª A y el ninot indultat. No obstante, la primera falla infantil que firmó fue anterior, la de Salvador-Trinitarios de 1968, de lema Sueños y ganadora también de un primer premio, el de sección especial.
En su carrera ha habido una evolución hacia un estilo tan moderno que ha suscitado tanto grandes alabanzas como fuertes reprimendas. Hasta 1981 su estilo se inspiró en lo grotesco del trabajo de Huerta, aunque con un estilo propio con formas estilizadas, modelado sencillo y pintura nada estridente. En este época ganó dos veces el primer premio de la sección 1ªA, en el mencionado año 1970 y después en 1972 con Marqués de Montortal-José Esteve, y consiguió tres ninots indultats consecutivos (1970 con Trinidad-Alboraya, 1971 con Pie de la Cruz y 1972 con Marqués de Montortal-José Esteve). También salta a sección especial en 1973 gracias a la Falla Plaza del Pilar, año en el que planta Progrés. En esta misma comisión gana el primer premio de la máxima categoría el año siguiente, con Temptacions.
Su carrera comenzó una nueva etapa en 1982 con la falla que plantó en la plaza del Pilar, cuyo lema fue Natura Morta. Fue el primero donde el artista ya se plantea reflexiones, considerando las fallas como un medio de expresar sus propias inquietudes. Tras un año de parón en el que trabajó para la empresa Lladró, vuelve en 1984 con obras de gran creatividad, prescindiendo de colaboradores para que fueran solo plasmación de su pensamiento. Así, combina ninots muy naturalistas con otros muy simples, a modo de iconos, y en sus fallas utiliza argumentos de tipo moral y social como la utopía, el consumismo, la miseria o la igualdad de género.
A partir de este segundo período profesional, el interés de este artista no eran los premios, sino que su forma de expresión artística fuera reconocida. La etapa terminó también con la Falla Plaza del Pilar, en este caso de 1994, de lema Il·lusions, que no li falten, también en sección especial.
Tras otro pequeño descanso, de 1996 a 2002 vive su tercera etapa donde sus fallas son una especie de ensayos para alcanzar un ideal, en base a un fondo filosófico. De esta manera, sus obras tienden a la abstracción buscando dicho objetivo. Son años donde planta fundamentalmente en Quart-Palomar, pero también hace otros trabajos como una escena de la falla municipal de València de 1997, la titulada El guerrero de Moixent.
Los originales catafalcos que plantó en Blanquerías y Quart-Palomar, en los que se podía ver elementos geométricos, ninots completamente blancos y remates que representaban figuras no animadas (lo normal es que lo sean), son también muestra de su gran creatividad.
Tras un paréntesis desde su anuncio de retirada en 2002, Alfredo Ruiz volvió a plantar una falla en 2008. Fue en la demarcación de Mossén Sorell-Corona, una comisión que en los últimos años destaca por su faceta innovadora. Con el lema Concepte, perfecte i afecte en rectangle horitzontal roig, consistía en una gran falca roja que se encuadraba dentro de la línea de abstracción seguida en su última etapa, llegando a un alto nivel de simplicidad como es un simple paralelepípedo. Su idea de ser un elemento sencillo aunque útil, ya que permite penetrar y romper para abrir camino, o bien mantener las puertas abiertas, no acabó de ser entendida por mucha gente.
Alfredo Ruiz cesó su actividad como artista fallero, pero recordó su etapa más innovadora en una exposición en el IVAM titulada “Alfredo Ruiz: camins cap a la modernitat de les falles” que tuvo lugar entre el 2 de marzo y el 23 de abril de 2023. En ella se mostraban maquetas, dibujos y fotografías de fallas realizadas por este artista.
PARA SABER MÁS:
SOLER I GODES, ENRIC (2001): Las Fallas: notas para su historia (1940-2000), València, Albatros.
VV.AA. (2003): L’indult del foc. Catàleg raonat de la col·lecció de ninots indultats del Museu Faller. Volum II (1963-1981). València, Ajuntament de València.
Llibret de la Falla Mossén Sorell-Corona, 2008.
IVAM (Institut Valencià d’Art Modern) (2023): Alfredo Ruiz: camins cap a la modernitat de les falles (catàleg de l’exposició). València, IVAM.