El autor de la famosa falla De València a Nova York en les ales d’un parot fue el carpintero Carlos Cortina Beltrán (Tavernes Blanques, 1875 – València, 1949), un artista que hizo historia no solo con sus fallas (fue el introductor de la habitual composición con remate vertical y escenas), sino también con otras construcciones de madera de gran relevancia dentro y fuera de Valencia. Cortina aprendió el oficio en el taller de su padre, también carpintero, pero se perfeccionó en la valenciana Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos, donde estudió dibujo decorativo. Esta especialidad la perfeccionará en diversos viajes al sur de Francia y Roma. Sus primeros trabajos fueron armazones internos para construcciones realizadas en conmemoración a eventos concretos, como la tribuna para el I Congreso Eucarístico de 1891 y el “Tío Nelo” que sirvió como arco del triunfo en la plaza de la Reina durante la Feria de Julio de 1900. En este último fue requerido para plantarlo correctamente, después de cuatro días y cuatro noches de intentarlo sin éxito. Cortina lo puso en pie en una sola noche, lo que demostró su maestría en la madera.
Posteriormente realizó obras de gran envergadura en Valencia como el pabellón flotante del Balneario de Las Arenas (1922) y el pabellón municipal para la Feria de Julio (1926), ambos desmontables y, casualmente, destruidos por sendos temporales. Al mismo tiempo se dedicaba a trabajos en carrozas, decoraciones de calles y fallas.
Precisamente a esta última tarea, las fallas, se empezó a dedicar mayoritariamente por esas fechas, aunque trabajaba en ellas desde 1895. Sus primeras construcciones en este ámbito fueron carcasas (las bases sobre las que iban los ninots antiguamente) que realizaba en el taller de su padre. Gracias a su amplia formación técnica, explotó las posibilidades de las antiguas hogueras y fallas escenario (una plataforma con ninots encima) y las diseñó en base a la verticalidad, con un remate central hacia arriba rodeado de escenas, estructura que sigue aún muy vigente hoy en día. El primer gran éxito que obtuvo fue una falla plantada por el Círculo de Bellas Artes, organismo del que era miembro fundador, que se plantó en la calle del Mar en 1911 y tenía como lema Un matrimoni aprofitat. No obstante, este monumento no fue realizado enteramente por Cortina, ya que en él participaron diversos artistas del Círculo. El año siguiente consigue su primer premio, esta vez con una obra únicamente suya, la falla Estralls del tabac plantada en la plaza de Mariano Benlliure.
En su extensa producción fallera de más de 100 obras (algunas en solitario y otras en colaboración con otros artistas) figuran fallas aún tan recordadas como la falla de La Margot (1912), homenaje a una cupletista cuya construcción dirigió junto a Pedro Guillem, y la mencionada al principio De València a Nova York en les ales d’un parot (1928), una de las obras maestras de Carlos Cortina que trataba sobre los avances en los medios de transporte. Por otro lado, ese mismo año se encargó de la primera hoguera municipal de Alicante en la historia de la ciudad, ya que en 1928 fue la primera vez que se plantaron monumentos efímeros en esta fiesta. Al año siguiente se dio la curiosa circunstancia de que plantó la misma falla dos veces, una en la Plaza del Mercado Central de Valencia y otra en Barcelona, donde colaboró en la semana valenciana del Poble Espanyol. Este monumento logró uno de los cuatro primeros premios de falla que logró el artista entre 1927 y 1930, una de sus épocas más doradas en cuanto a galardones.
Terminando la década de los 1920 y empezando la siguiente, Cortina consolidó la estructura piramidal de las mismas, es decir, con un remate en el centro y las escenas a su alrededor. En 1929 plantó La torre Eiffel en la Plaza de Mariano Benlliure, que alcanzó una altura nada habitual por aquel entonces; tanta era, que los falleros no quisieron retirar un bastidor que sujetaba la torre durante la plantà por miedo a que cayera. La falla era un homenaje a la valenciana Pepita Samper, primera miss España y predecesora de las falleras mayores de València; la torre Eiffel del remate aludía al Certamen Internacional de Bellezas de París que se celebraba ese año, donde ella tenía muchas posibilidades de ganar (por desgracia, la muerte de la Reina María Cristina hizo que se retirara del concurso).
En los años treinta tuvo fallas tan destacables como La font dels desitjos de la Falla Plaza del Mercado Central de 1930, y el de lema Homenatge a la paella plantado en la Plaza de la Pelota en 1933. Con las obras de este época apuntó aún más a la falla monumental que posteriormente consolidaría el artista Regino Mas. No obstante, Cortina se salió alguna vez de ese canon plantando alguna falla con ninots dispersos por la calle.
Tras la Guerra Civil Española, sus sobrinos Antonio y José Fontelles se encargan del taller aunque Carlos Cortina no deja de trabajar en él a pesar de su avanzada edad. Su producción continuó hasta 1946, año en que plantaron conjuntamente los tres las fallas de la plaza de Mariano Benlliure y de Salamanca-Burriana. En ese momento el artista tenía 71 años, y tres años más tarde fallecía.
PARA SABER MÁS:
SOLER I GODES, ENRIC (2000): Las Fallas: notas para su historia (1849-1936), València, Albatros.
SANCHÍS, MANUEL (2005): “El gran oblidat, Carlos Cortina Beltrán 1875-1949”. Revista Cendra, número 0, pp. 32-36.
VV.AA. (1990): Historia de las Fallas. València, Levante-EMV.