La imagen de las Fallas que se vende a los turistas está sesgada y no refleja la actividad de la mayoría de comisiones falleras, según se dijo ayer en la segunda jornada de “Les Falles al Peset” organizada por la Associació d’Estudis Fallers (ADEF).
La promoción turística ha mostrado las Fallas como una fiesta multitudinaria, de grandes eventos, y alejada de lo que se vive dentro de una comisión fallera. Esto ha implicado que la fiesta que viven los visitantes sea diferente a la que hay dentro de las comisiones, estando destinada la primera a pasar todo el día en la calle y consumiendo alcohol. Es una de las conclusiones de la segunda sesión de les XIX Converses Les Falles al Peset, que con el título “El melic del món” debatió sobre los efectos del turismo masivo en la fiesta fallera.
Con la moderación de Neus Navarro (periodista y fallera), participaron en la mesa Vicent Marco (periodista), Jesús Peris Llorca (fallero de Ripalda – Beneficència – Sant Ramon), Paula Simó (profesora del Departamento de Economia Aplicada de la Universitat de València) y Alberto Cabeza (exintendente de la Policía Local en Ciutat Vella).
Sobre la división de las fallas para vivir y las fallas para vender, se debatió sobre si la culpa de ello lo tienen las comisiones falleras por ser demasiado herméticas, punto en el que no hubo acuerdo entre los asistentes. En cualquier caso, se estuvo de acuerdo que las fallas que se venden a turistas e incluso valencianos no falleros o falleras, buscan las fiestas nocturnas y por tanto provocan problemas de disturbios y suciedad en algunos barrios. En este sentido, las Fallas vividas por visitantes no se diferencian demasiado de otras fiestas de España donde la bebida juega un papel importante, lamentándose que la comunicación para incentivar el turismo en València de los últimos 25 años estuviera sesgada en cuanto a las Fallas. Se sugirió que los casales se abrieran más al forastero e incluso al vecino, con tal de que se integren a la fiesta de verdad.
Para mostrar el lado más auténtico de la fiesta, también se habló de fomentar la cultura de casal y la artesanía relacionada con la fiesta (las propias fallas, la indumentaria, etc.), para lo cual habría que implicar a las comisiones falleras en el aspecto turístico. Sin embargo, en la mesa no hubo acuerdo en este sentido, ya que también se dijo que las comisiones no podían convertirse en empresas turísticas.
En relación a la incidencia del visitante en las comisiones, se sugirió que había tres tipos: las de sección especial y asimiladas, que se enfocan en sacar partido del mismo; las de extrarradio (entre las que se podrían incluir algunas pequeñas de Ciutat Vella), en las que el turismo apenas afecta ni para bien ni para mal; y las de “clase media” que, aprovechando su situación, monta barras para obtener ingresos del público.
Aparte de la comunicación institucional de los responsables de turismo, se habló de la responsabilidad de los medios de comunicación, por la imagen que proyectan de las Fallas. Se justificó porque las empresas periodísticas buscan la rentabilidad de la noticia.
Ante esta discordancia entre las comisiones y el visitante, se pidió que la respuesta la den los falleras y las falleras, tomando conciencia de clase, de manera que actúen correctamente y no organizando actos que no son propiamente de la fiesta fallera, como barras para turistas. Se consideró un error adaptar la fiesta al visitante, ya que así pierde su esencia.
De todas maneras, hubo opiniones de que el modelo actual de turismo va a dejar de existir con el tiempo, desapareciendo las ofertas de vuelos low cost y otras ventajas que hoy en día facilitan viajar.
En el turno de participación del público, se recordó que las fallas actuales son la herencia de aquellos trenes, barcos y aviones falleros que traían turistas de lejos, ya que antes de estas iniciativas, quienes venían a València a ver las Fallas procedían de comarcas cercanas a la ciudad, y quizás algún viajero intrépido desde Madrid u otras poblaciones. De todas maneras, sí se reconoció que el turismo en su medida es positivo, pero actualmente es excesivo.
También se comentó la diferencia entre comisiones del centro y de otros lugares, en el sentido de que en las primeras descienden los censos y en las segundas hay casos en que los tienen que cerrar para que no se apunten más falleros, para no tener un número excesivo. Sobre las que se encierran en sí mismas para celebrar la fiesta, se recomendó que se reinventaran y se abrieran al exterior.
Por último, se incidió en las externalidades (impactos de la actividad) tanto positivos como negativos de las comisiones falleras. Para que el vecindario asumiera mejor los negativos (cortes de calles, ruido, etc.) sería una solución integrarlo en la fiesta, como ya se ha comentado anteriormente. De todas maneras también se opinó que cuando alguien se va a vivir a un lugar donde hace mucho tiempo hay una falla, no puede quejarse porque ésta ya estaba antes de que él llegara.
En definitiva, en la charla se reconoció que el problema de las Fallas con el turismo masivo tiene mala solución, aunque de algunos de sus impactos negativos (los urbanísticos) se sugirieron algunas en la primera sesión. Así terminaron las Converses Les Falles al Peset de este año.