Gente para aburrir hubo en las Fallas de València que acabaron ayer, lo que le llenó los bolsillos más que nunca a los hoteleros… y de basura las calles.
Mucha, mucha gente hubo estas Fallas de València de 2023 que acaban de terminar. La coincidencia del día de San José en domingo y que fuera fiesta en la Comunidad de Madrid el 20 de marzo ayudaron a que el centro de València y otras zonas de actividad fallera estuvieran lleno de miles de personas casi las 24 horas del día, superando totalmente las expectativas de público del consistorio. Esta circunstancia tuvo sus consecuencias positivas, pero otras no tanto.
Los primeros en alegrarse de la marabunta de gente fueron los hosteleros, porque ello suponía mayores ingresos, superándose las previsiones más optimistas. Su facturación fue un 10% superior a la de 2019, y un 30% más que en 2022, estando los ingresos sólo en estancias hoteleras alrededor de los 30 millones de euros, llegándose casi al lleno técnico los fines de semana y del 80 al 85% de alojamientos completos durante la semana fallera (datos de la Asociación Empresarial Hotelera, Hosbec). El gran número de visitantes se ha hecho notar también en el transporte público, batiendo récords Metrovalencia con unos 3,3 millones de desplazamientos durante las Fallas.
La repercusión económica de la semana fallera en València ha sido muy positiva, habiéndose estimado por los hosteleros en unos 700 millones de euros para la globalidad de la economía de la ciudad. Ahora bien, la enorme afluencia de gente ha supuesto batir otros récords, como el del dispositivo de limpieza del Ayuntamiento, cuyo presupuesto alcanzó los 2 millones de euros. Precisamente uno de los problemas de la masificación es la acumulación de basura por las calles y los malos olores, siendo especialmente grave en barrios como El Carmen y Russafa. Se instalaron urinarios por las zonas de mayor afluencia de gente, pero resultaron insuficientes y no evitaron los malos olores por algunas calles.
Además, el elevado número de gente en València durante las pasadas Fallas trajo más dificultades para disfrutar de la fiesta. Había que madrugar mucho para poder ver bien algunas fallas de especial como Convento Jerusalén, Plaza del Pilar o Exposición cuando se supo que ganó el primer premio: a las nueve de la mañana ya había gente alrededor de ellas, y rodearlas para verlas medianamente bien a partir de las 11 horas ya era muy dificultoso. Los actos pirotécnicos ya atraían masas de gente tres y hasta más horas antes, en especial la mascletà de la plaza del Ayuntamiento, que desde primera hora de la mañana ya tenía gente cogiendo sitio en las primeras filas. Y antes de la semana fallera, el botellón deslució el acto de la Crida, siendo escasas las personas que acudieron con indumentaria tradicional porque hay miedo a que el botellón de la plaza manche los trajes. En resumidas cuentas, tanto público hizo más complicado disfrutar de la fiesta.
Tras la experiencia de las Fallas de 2023, se puede pensar que su éxito turístico se está convirtiendo, paradójicamente, en algo negativo. Una celebración que surgió como un festejo vecinal, cuyo centro y razón de ser es la falla cargada de sátira, y que se vivía de día (que es cuando mejor se ven las fallas), ha evolucionado a una gran fiesta llena de turistas donde muchos falleros y falleras no saben ni qué artista les planta el catafalco, donde la crítica es lo de menos salvo en honrosas excepciones, y donde el consumo de alcohol, nocturno pero también diurno, es demasiado.
Se ha perdido, pues, mucho del espíritu fallero original por culpa del exceso de turismo. La fiesta se ha salido de madre, siendo recomendable que echara pasos atrás para recuperar aquel carácter más genuino que tenía hace décadas, valorándose más a la falla y a los artistas falleros, y menos las verbenas nocturnas. También sería recomendable continuar con la descentralización de actos para repartir a la gente, una experiencia que se realizó con éxito en tiempos de pandemia y este año se ha continuado con algunas mascletaes. En este sentido, al público se le puede informar de que hay muchas fallas interesantes por la ciudad y otras poblaciones, y que por desgracia apenas tienen difusión, las cuales pueden verse con toda comodidad sin tener aglomeraciones alrededor.
En definitiva, cabría revisar el modelo de gran evento turístico que tienen actualmente las Fallas de València para que no se convierta en la causa de su decadencia.
Artistas que abandonan
A ello hay que añadir la crisis de los artistas falleros, que este año ha tenido consecuencias en nombres importantes. Carlos Carsí, artista de la falla L’Antiga de Campanar, anunció que dejaría de plantar fallas en la sección especial de València, aunque continuaría trabajando en el resto y en otras localidades; José Gallego Gallego, encargado de la falla infantil de Convento Jerusalén y ganador del primer premio de la sección especial, dijo que descansaría en 2025; Sergio Amar deja de plantar en València; y otros cesan su actividad fallera por completo como Vicente F. Lorenzo Albert.
No obstante, también fue palpable que las fallas ya están cambiando de tendencia en cuanto a volumen. Ya se ha llegado al máximo, y este año se ha notado que muchas de la máxima categoría ya han sido más pequeñas que el 2022. La causa fundamental es el incremento de los costes en materiales, transportes y otros, que unidos a presupuestos cerrados han obligado a ello. Sin embargo, ello no significa pérdida de calidad de la escultura, ya que algunos artistas ya han intensificado sus esfuerzos en dar mejores acabados. Es en cierta manera una vuelta al pasado a la hora de hacer fallas, cuando la sección especial las tenía más pequeñas que actualmente pero con detalles muy trabajados.
Hablando de artistas, como cada año, ha habido alguno que ha dejado “plantadas” a algunas fallas, en el mal sentido de la palabra. El artista José Francisco Gómez Fonseca dejó colgadas a una comisión de Massamagrell, dos de Mislata, una de Burjassot y otra de Paiporta. El asunto tuvo tanta repercusión que hasta el alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa, ha apoyado públicamente a las dos fallas afectadas en su municipio y ha declarado persona non grata al artista. Y no es para menos ya que una de esas comisiones, Quint – Pizarro, precisamente cumplía 50 años, con lo que no tener falla deslució este aniversario tan señalado.
Otro artista que dejó sin plantar otras cinco fallas fue Roberto Chorro: una en Carcaixent, otra en Oliva, otra en Alberic, otra en Torrent y por último otra en Paterna.
Premios de fallas y ninots indultats
Terminando con algo más positivo, cabe destacar la gran alegría que se llevó la Falla Exposición – Micer Mascó cuando consiguió el primer premio de la sección especial, algo que hasta ahora no había logrado en sus 74 años de historia. También fue la primera vez para su artista, David Sánchez Llongo, por lo que esa falla de lema Kromatica ha marcado un hito tanto para él como para la comisión.
En la sección infantil volvió a ganar Convento Jerusalén – Matemático Marzal con una falla de José Gallego Gallego. De lema Tri, tres falletes en una, toda ella está basada en el número tres.
Los ninots indultats de València continúan en la misma línea emotiva que desde hace varios años, y este año ambos con falleras. El grande fue el de L’Antiga de Campanar, con dos falleras viendo un castillo de fuegos artificiales (figura que se colocó apartado de la falla porque no tenía nada que ver con su temática) y realizado por el taller de Carlos Carsí, y el infantil fueron los falleros y falleras de Pascua de Almirante Cadarso – Conde de Altea, del artista Enric Ginestar.