Todos los políticos del Ayuntamiento levantarán a la vez, como si fuera al tombe, la Ciudad del Artista Fallero para que sea más eso, de los artistas falleros. Ya de paso la quieren convertir en un distrito cultural y artístico que cause envidia en el mundo entero.
El barrio que en los años sesenta se construyó como lugar de vivienda y trabajo de artistas falleros, la Ciudad del Artista Fallero, con el tiempo ha ido degradándose y alejándose de su objetivo inicial. En efecto, con el paso de los años algunas de las naves han dejado de usarse para fabricar fallas u otros elementos artísticos análogos, y se utilizan para otras actividades; además, el estado de algunos es malo. Por este motivo, todos los grupos municipales del Ayuntamiento de Valencia (Compromís, PSPV, València en Comú, PP y Ciudadanos) firmaron el pasado 22 de diciembre un decálogo con el que pretenden no sólo recuperarla, sino también impulsarla y convertirla en un distrito cultural y artístico. De esta manera recuperaría la personalidad que con el tiempo estaba perdiendo, pudiendo llegar a convertirse en diez años en un polígono industrial más.
La iniciativa, que partió del edil Fernando Giner (de Ciudadanos), contempla un decálogo de medidas urgentes que pretenden promocionar y mejorar esta zona de Valencia incidiendo en tres apartados: la dignificación del oficio de artista fallero, su difusión para hacerla más conocida (en especial desde un punto de vista turístico) y la mejora de sus estructuras y accesos. En concreto, se pretende recuperar la figura del aprendiz mediante prácticas remuneradas del ciclo formativo de artistas falleros que se imparte en el IES Benicalap, establecer relaciones con la Universitat de València y la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia, promocionar el oficio de artista fallero e incluirlo como beneficiario de la Ley del Menenazgo, destacar la Ciudad del Artista Fallero en los recorridos de las líneas de autobuses urbanos 12 y 28, situar una parada del Bus Turístic y hacerla más conocida en operadores del sector turístico. Además se quiere mejorar los accesos desde la Ronda Norte, poner más señales que indiquen su situación, establecer una imagen única en las fachadas para dar una imagen corporativa y diseñar un plan urbanístico que concilie el barrio, la huerta y el trabajo de los artistas con la ciudad.
Los firmantes del acuerdo han sido Joan Ribó (alcalde de Valencia), Joan Calabuig (primer teniente de alcalde y portavoz del PSPV), Jordi Peris (segundo teniente de alcalde y portavoz de València en Comú), Alfonso Novo (portavoz del PP), Pere Fuset (portavoz de Compromís y concejal de Cultura Festiva) Fernando Giner (portavoz de Ciudadanos), y José Ramón Espuig (maestro mayor del Gremio de Artesano de Artistas Falleros).
¿Qué es la Ciudad del Artista Fallero?
La falta de buenas condiciones para construir monumentos falleros hizo que el Gremio Artesano de Artistas Falleros de Valencia se decidiera, en la década de los años 1960, construir naves donde realizar adecuadamente esta tarea. La idea no era nueva, pero Regino Mas la recuperó para hacerla de una vez realidad. Ahora bien, el proyecto se hizo más ambicioso y pasó a ser un nuevo barrio con 1.103 viviendas, 40 naves industriales, museo, escuela de artesanos e iglesia, que se construiría en los terrenos de la marquesa de Paterna del Campo cercanos a Benicalap. Se finalizó tras diversas modificaciones en los planos y algunos parones en su ejecución.
En la actualidad, esta zona no es exclusiva de artistas falleros. Aunque en ella están la Casa Gremial (sede del Gremio), el Museo Fallero del Gremio, la escuela taller y otras instalaciones de este colectivo, sólo la mitad de las naves albergan el trabajo de artistas falleros. El motivo parece ser el alto precio del alquiler, lo que provoca que busquen otros locales más económicos en polígonos industriales. Las naves vacías se han ido llenando con otras actividades como almacenes de material eléctrico e incluso iglesias evangelistas. Este hecho es uno de los causantes de que la Ciudad del Artista Fallero necesite una vuelta a sus orígenes, de manera que recupere su singularidad y fomente su potencial artístico. Esto, a su vez, entra en consonancia con la declaración de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad que la UNESCO quizás conceda a las Fallas el noviembre que viene, pues dentro de ésta se incluirían la protección de oficios propios de la fiesta como el de artista fallero.